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Las bacterias hablan… y causan acné

Bacterias
Pixabay

Las bacterias tienen la capacidad de comunicarse entre ellas para saber si están en número suficiente para emprender una acción coordinada

Y este sistema de comunicación no sólo funciona entre las bacterias de la misma especie, sino que también entre especies distintas. Esto está descrito en este artículo de Annual Reviews in Microbiology, y en este vídeo:

Bonnie Bassler explica el Quorum Sensing

Este sistema de comunicación entre bacterias se llama Quorum Sensing, y está mediado por las llamadas quormonas, o autoinductores. Son moléculas capaces de transmitir el mensaje y, cuando se sobrepasa el límite de población necesario (el quorum), activar la sobreproducción de esas mismas moléculas de señalización, al mismo tiempo que se activa de forma exagerada la proliferación bacteriana. Es, por tanto, un proceso que una vez se activa, él mismo sigue activándose.

Esta activación del Quorum Sensing puede tener distintas consecuencias. Una de ellas es la formación de biofilms, comunidades con alta concentración de distintas especies de bacterias proliferando de forma coordinada. La unión hace la fuerza. Otra posible consecuencia del Quorum Sensing es la bioluminiscencia.

Y una tercera posible consecuencia es la generación de virulencia: cuando las bacterias se vuelven nuestras enemigas. Un ejemplo de esto último es lo que sucede con el acné. Una de las bacterias de nuestra microbiota cutánea, Cutibacterium acnes (antes llamada Propionibacterium acnes), está presente en nuestra piel durante toda la vida sin causar ningún problema.

Las bacterias se comunican entre sí para coordinar su comportamiento. Esto puede causar problemas como el acné.

Pero en determinadas ocasiones, la más típica sucede durante la pubertad, cambios en la piel, como las variaciones a nivel hormonal y el aumento de producción de sebo, inducen una proliferación excesiva de C. acnes, que activa el Quorum Sensing, y convierte a C. acnes en virulenta.

Además, un patógeno oportunista como Staphylococcus aureus puede aprovechar la ocasión y empezar también a proliferar de forma descontrolada generando más virulencia. Mientras, Staphylococcus epidermidis, que suele ser una bacteria que ayuda a evitar la virulencia de otras, se ve desbordada y ve disminuida, en proporción, su población frente a C. acnes (y a veces, también frente a S. aureus). Se produce, entonces, un desequilibrio entre las poblaciones de las distintas bacterias, conocido como disbiosis: S. epidermidis disminuye en relación a C. acnes (y a veces también respecto a S. aureus).

Por ello, una posible estrategia para contrarrestar el acné sin usar antibióticos, que generan resistencia en las bacterias, sería inhibir el Quorum Sensing. De esta manera, se podría bloquear el mensaje entre bacterias sin matarlas de forma indiscriminada. Se lograría un efecto bacteriostático, no bactericida, manteniendo las bacterias vivas pero en poblaciones equilibradas entre sí en proporción.

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