Por Sofía Kahn
El primer caso de COVID-19 en Chile fue a inicios de marzo del 2020 y correspondió a un médico chileno de 33 años que viajó a Singapur. Ya para fines de marzo estaba toda la población chilena bajo un estricto sistema de cuarentena, donde era necesario pedir permiso para salir y los destinos podían ser solo farmacias y supermercados.
Los médicos de todo el mundo estaban desesperados intentando combatir esta reciente pandemia, sin saber muy bien por dónde empezar. Las clínicas y hospitales chilenos tuvieron que activar prontamente protocolos para atender a los pacientes que llegaban con COVID-19, en tanto que la información que entregaban los medios de comunicación cambiaba con los días.
Ser paciente
Viví la incertidumbre de no saber cuánto tiempo realmente duraba el COVID, si los síntomas que se identificaban eran los únicos o podía haber otros, qué medicamentos tomar, qué hacer si empeoraba. A eso sumar la curiosidad que tenían las personas, preguntando todos los días por los síntomas y si ellos podían tener COVID. Fui el caso número 32 de Chile y estuve enferma por un mes.
“Fui el caso 53 en Chile y como secuela de COVID tuve niebla mental, lo que implicaba que me costaba articular ideas y desarrollé problemas de memoria a corto plazo”.
Boris Ureta
Un estudio publicado en la revista The Lancet Phychiatry menciona esto mismo: “el COVID-19 está asociado con un mayor riesgo de secuelas neurológicas y psiquiátricas en las semanas y meses posteriores. Todavía no está claro cuánto tiempo permanecen estos riesgos, si afectan a niños y adultos de manera similar y si las variantes del SARS-CoV-2 difieren en sus perfiles de riesgo”.
Época de crisis
El primer pick de COVID-19 se produjo el 14 de junio del 2020 con 6.938 casos y los hospitales y clínicas colapsaron. Las salas destinadas a atender a niños o a otras patologías que no fueran COVID se transformaban y adaptaban para responder a la emergencia.
En las noticias relataban que los familiares se despedían por videollamada cuando una persona con coronavirus iba a ser intubada, ya que no sabían si es que iba a despertar o no.
“Se estima que de un 30% a 80% de los pacientes conectados a ventilación mecánica experimentan algún tipo de secuela y por ello requieren sumar terapia ocupacional al equipo de rehabilitación junto con kinesiólogos, fonoaudiólogos, nutricionistas, psiquiatras y psicólogos”, de acuerdo a un artículo citado por la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Pero no solamente estos pacientes vieron y siguen teniendo efectos negativos en su salud mental, si no que también afectó a una parte importante de la población chilena. Durante el primer año de la pandemia, el Gobierno de Chile implementó cuarentenas que duraron meses, donde las personas tuvieron que cambiar sus rutinas de trabajo y de vida, quedarse en sus casas y dejar de ver a sus amigos y familias.
Encuesta Ipsos
De acuerdo con la encuesta internacional Ipsos “Un año del Covid-19” del 2021, el 56% de los chilenos señala que ha empeorado su salud mental y emocional desde el comienzo de la pandemia.
La OMS señaló en marzo de este año que “la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó en un 25%”. Lo que nos dicen estas cifras es que el coronavirus no solo ha tenido un impacto en la salud física de las personas, sino que en su salud mental, situación que se mantiene hasta hoy.
Nuevas propuestas
Esperemos que con la Estrategia Nacional de Salud Mental y Derechos Humanos que implementó el Gobierno de Chile en julio de este año, y el aumento en un 6% del presupuesto del Ministerio de Salud destinado a salud mental, los chilenos puedan ver una mejoría en su salud mental.