Fango y lodo. El martes 29 de noviembre la Comunidad Valenciana se sumergía en una especie de tsunami de agua y barro con el fenómeno meteorológico de la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), también conocida como gota fría. Al concentrar lluvias torrenciales en poco tiempo, la intensa tormenta dio paso a inundaciones devastadoras, destruyendo infraestructuras y arrastrando todo a su paso. ¿Pero cómo afecta una catástrofe así en la salud mental? Más allá de los daños y pérdidas materiales, estas crisis climáticas tienen un impacto profundo en el bienestar emocional de sus habitantes tras su paso.
La tormenta interna
Las catástrofes no solo representan un peligro para la seguridad física, sino también un riesgo considerable para la estabilidad emocional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 60% de las personas presentan algún tipo de problema de salud mental tras este tipo de eventos, mayoritariamente:
- Ansiedad y depresión: La inseguridad financiera y la incertidumbre sobre el futuro pueden disparar niveles de ansiedad. Es normal experimentar miedo constante, dificultad para dormir y, en algunos casos, desencadenar episodios depresivos que pueden llevar al aislamiento social.
- Estrés agudo y postraumático: En situaciones de estrés extremo como inundaciones, las víctimas pueden experimentar diversas respuestas emocionales, incluyendo síntomas de trastorno por estrés postraumático (TEPT). Se pueden revivir los momentos más intensos del desastre a través de flashbacks, pesadillas y recuerdos recurrentes.
- Desgaste emocional: Los trabajadores de rescate y el personal voluntario también pueden verse gravemente afectados. Enfrentar continuamente escenas de destrucción y personas en situaciones desesperadas les expone a altos niveles de estrés, aumentando el riesgo de padecer agotamiento emocional.
Intervenciones psicosociales
Desde los primeros momentos, el abordaje integral de los efectos psicológicos derivados de estos eventos es crucial para la recuperación de las víctimas, de la misma manera que se desplegaron planes de actuación para incrementar la atención comunitaria con el COVID. Éstos son algunos de los programas de apoyo emocional que se han implementado en situaciones similares y que pueden ser de gran utilidad para quienes han vivido los efectos de las inundaciones:
- Intervenciones de primeros auxilios psicológicos (PAP): Brindan apoyo y garantizan que las personas afectadas se sientan seguras y comprendidas. Hacerlo de forma temprana puede reducir considerablemente el impacto negativo a largo plazo.
- Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): Eficaz en la reducción de síntomas de ansiedad y depresión tras tragedias. Esta terapia puede ayudar a identificar pensamientos negativos y reemplazarlos con enfoques más adaptativos.
- Programas comunitarios de apoyo emocional: La intervención en grupo permite a las víctimas compartir sus experiencias, encontrar apoyo y desarrollar una sensación de pertenencia y comprensión. Estas dinámicas pueden aportar un sentido de unidad como factor protector importante.
«Es fundamental que, desde etapas y momentos tempranos, puedan haber profesionales de la psicología que atiendan a estas personas afectadas para que esto no se enquiste y no derive en otro tipo de patologías como un estrés postraumático»
Mercedes Bermejo, psicóloga vocal del Colegio Oficial de Psicología de Madrid
Resiliencia comunitaria
Entendida como la capacidad para recuperarse ante la adversidad, la resiliencia es un factor crucial en la salud mental después de un episodio de crisis climática. La comunidad, el apoyo social y los lazos familiares juegan un papel fundamental para enfrentar estos eventos traumáticos. En la Comunidad Valenciana, la resiliencia de las redes vecinales, los servicios sociales y las organizaciones de apoyo psicológico, han tenido una gran importancia para ofrecer un respaldo emocional y práctico a las víctimas. Las intervenciones grupales para el acompañamiento psicológico son esenciales para ayudar a lidiar con las emociones y desarrollar mecanismos de afrontamiento.
Recomendaciones prácticas
Dada la prevalencia de problemas de salud psicoemocional entre las personas afectadas por desastres, es esencial promover prácticas que fortalezcan su bienestar emocional desde los primeros días. Siguiendo las pautas de salud mental tras una catástrofe del Consejo General de la Psicología de España, es recomendable:
- Buscar apoyo profesional: No subestimar los síntomas de ansiedad o depresión. Consultar con un profesional de salud puede marcar la diferencia entre una recuperación efectiva o el desarrollo de síntomas crónicos.
- Participar en actividades comunitarias: La pertenencia a grupos o actividades comunitarias ofrece apoyo emocional y facilita la reconstrucción de redes sociales.
- Practicar técnicas de manejo del estrés: Ejercicios de respiración, meditación y yoga pueden ser útiles para gestionar el estrés. Mantener una rutina de autocuidado también contribuye al bienestar emocional.
- Hablar sobre la experiencia vivida: Compartir emociones y experiencias con familiares o amigos ayuda a procesar el trauma y a reducir la carga emocional.
- Limitar la exposición a medios de comunicación, sobre todo las redes sociales: Controlar la cantidad de información a la que nos exponemos puede evitar bulos y fake news para favorecer una mayor estabilidad emocional, especialmente antes de dormir.
La DANA ha puesto de manifiesto no solo la vulnerabilidad física ante las catástrofes, sino también la necesidad urgente de atender la salud mental de las personas afectadas. Es responsabilidad de autoridades y ciudadanía fortalecer el apoyo a las víctimas y asegurar su acceso a los recursos necesarios para superar tanto las pérdidas materiales como las secuelas emocionales.