Una veintena desde una de las mayores catástrofes naturales en la historia de Europa
La mañana del 19 de noviembre de 2002 toda España despertaba con la noticia de que el Prestige había comenzado a hundirse. El petrolero, accidentado durante una tormenta frente a las costas gallegas, cargaba 77000 toneladas de fuel, de las cuales 64000 se liberaron al mar. El resultado fueron unas mareas negras que asolaron casi 3000 kilómetros de costa, destruyendo todo ecosistema con el que entraban en contacto.
El 13 de noviembre el barco zozobró a 50 kilómetros del cabo de Finisterre ocasionando graves daños en su infraestructura. Aunque en un principio se trató de evacuar a la tripulación, el capitán se mantuvo firme en su capacidad para quedarse, remendar la situación y evitar fugas de la mercancía. Por tanto, con la idea de alejar los vertidos de la costa y minimizar los perjuicios, el barco fue desplazado durante 6 días mar adentro, empeorando la situación de su cubierta. Finalmente el 19 de noviembre, cuando se encontraba a 246 km de tierra, se partió en dos, hundiéndose y provocando la catástrofe.
El clamor del pueblo: ¡Nunca Máis!
Ante la nefasta gestión gubernamental, el pueblo se puso en pie de guerra. Con el fin de detener la acumulación de chapapote en el litoral, cientos de voluntarios se organizaron en grupos de limpieza. Su procedencia era variada: desde los propios gallegos afectados a gente de la otra punta de España o Europa. A lo largo de semanas, se presentaban en las zonas afectadas para trabajar en la eliminación del fuel con mínimos recursos. En ocasiones, estos contaban únicamente con palas, baldes de plástico o sus propias manos.
«Desta desastre, esborrallouse o estado e emerxeu a nación»
Xosé Manuel Neiras
A raíz de la falta de medios, surge un enorme malestar en los ciudadanos: querían justicia. Nace así la plataforma Nunca Máis, que lucha por ofrecer visibilidad a la catástrofe organizando la respuesta de la población en forma de multitudinarias manifestaciones y lanzando comunicaciones transparentes. Tanto esta actividad como el trabajo de voluntarios fue imprescindible para minimizar el daño que estaba sufriendo la biosfera gallega.
Las consecuencias visibles del Prestige dos décadas después
A pesar de que los trabajos de limpieza fueron arduos y tuvieron un fuerte impacto, las consecuencias siguen estando presentes en la naturaleza. Entre ellas, la irrecuperable muerte de aves, los restos presentes de chapapote en litorales y el efecto del fuel en la salud de los voluntarios. La asociación ecologista Greenpeace volvió a una de las zonas afectadas con motivo del vigésimo aniversario para recordar lo ocurrido, elaborar un informe de las consecuencias y presentar un homenaje en forma de documental a los sacrificados voluntarios y trabajadores del mar afectados.
Futuras amenazas de desastre
Aunque el caso del Prestige pueda parecer un hecho aislado, no lo es. En sesenta años, las costas gallegas presenciaron un total de diez catástrofes marítimas, lo que se traduce en 360000 toneladas de fuel vertidas al mar.
Y eso no es todo, pues este tipo de desastre puede volver a ocurrir en cualquier momento: hasta 35 barcos cargados con toneladas de petróleo pasan por el litoral gallego cada día. Los agresivos vientos y las fuertes lluvias que acompañan cada invierno podrían ocasionar accidentes en alguno de estos navíos en cualquier momento, dando lugar a una nueva tragedia. La plataforma Nunca Máis vuelve a jugar un papel importante aquí, pues se mantiene en una lucha activa por alejar las rutas comerciales de la costa y prevenir así futuras catástrofes.