Comprender el cielo desde la Tierra no es una tarea sencilla. Sin embargo, más allá de nuestra atmósfera todo se observa con más claridad.
Es probable que hayas oído hablar del Hubble. Del James Webb Telescope, quizás no tanto. Es curioso, porque su puesta en órbita es uno de los hitos conjuntos más importantes de la NASA, la ESA y la CSA hasta la fecha. Veamos por qué.
Se hizo esperar… y no poco
La cronología del JWST es, cuanto menos, caótica. La idea de ensamblar un gran telescopio y enviarlo al espacio surgió en 1994 bajo el nombre de Next Generation Space Telescope, pero años más tarde se cambió a James Webb (JWST). Aunque el lanzamiento se estimó, en un principio, para el año 2007, la complejidad técnica y los sobrecostes retrasaron el proyecto más de 15 veces durante las siguientes dos décadas. Finalmente, la fecha del despegue acabó siendo el 25 de diciembre de 2021.
Una estructura compleja para un telescopio complejo
El JWST está compuesto, principalmente, por 4 partes: el elemento del telescopio óptico (OTE), el Módulo Integrado de Instrumentos (ISIM), el parasol y el bus de la nave espacial.
El elemento del telescopio óptico (OTE)
El OTE se divide en dos partes: un espejo primario y uno secundario. El espejo primario tiene una forma parecida a un panal de abejas, puesto que está dividido en 18 segmentos hexagonales de berilio y chapados en oro. Estos tienen la capacidad de doblarse sobre sí mismos para poder caber dentro de un cohete (en concreto dentro de un Ariane V, el modelo que lo lanzó al espacio y lo puso en órbita).
Diametralmente, el espejo primario mide 6,5 metros. Que sea así de grande no es casualidad: cuando hablamos de telescopios, el tamaño importa. A mayor diámetro del espejo, más luz puede éste captar y, por ende, tomar imágenes con más resolución.
En cuanto al espejo secundario, este es mucho más pequeño, tiene forma circular y es convexo. Para hacernos una idea, sería similar a los espejos que encontramos en las esquinas de algunas calles con poca visibilidad y que nos permiten ver mejor. En cuanto a la función que lleva cabo, refleja la luz proveniente del espejo primario y se encarga de dirigirla al Módulo Integrado de Instrumentos (ISIM).
Módulo Integrado de Instrumentos (ISIM)
El ISIM contiene la carga útil del telescopio. Integra toda la instrumentación científica: cámaras, espectrógrafos (de infrarrojo y cercano como medio) y un sensor de guía fina que ayuda a mantener la precisión del telescopio.
El parasol
Los instrumentos del ISIM deben estar fríos para poder funcionar correctamente. El parasol los mantiene a una temperatura estable y evita el sobrecalentamiento de los mismos, protegiéndolos del calor que emite tanto el Sol como la Tierra.
El bus de la nave espacial
El bus es la maquinaria que sustenta al telescopio; es decir, la infraestructura en sí. Lo constituyen todos los subsistemas (eléctricos, de altitud, de propulsión y de comunicaciones), los tanques de combustible y las baterías.
Una misión que engloba pasado, presente y futuro
Gracias a sus espejos e instrumentación, el James Webb es capaz de echar la vista atrás 13.000 millones de años. Esto abre un abanico de posibilidades, como por ejemplo observar las galaxias que se formaron en las etapas más tempranas del universo y compararlas con las galaxias actuales.
Además, dado que trabaja en el espectro infrarrojo, el JWST es capaz de ver a través de nubes de polvo opacas (y que telescopios que trabajan con luz visible, como el Hubble, no tienen la capacidad de penetrar). Esto es particularmente interesante, dado que detrás de esas nubes se esconden un sinfín de estrellas y sistemas planetarios.
El James Webb también nos permite estudiar las atmósferas de los exoplanetas; es decir, los gases que envuelven aquellos mundos que se encuentran fuera de nuestro sistema solar. Así que, ¡quién sabe! Quizás algún día encontremos los componentes básicos de la vida en otras partes del universo gracias a la labor del telescopio.
La ubicación del JWST no es casualidad
El James Webb orbita alrededor de un punto en el espacio llamado punto de Lagrange L2. Dicho punto es gravitacionalmente estable y permite al telescopio estar en línea con la Tierra (mientras que, a su vez, orbita el Sol).
Pero, ¿por qué este punto en concreto? Por un motivo muy simple: los elementos que conforman el telescopio necesitan estar fríos para observar las señales infrarrojas provenientes del espacio, y el punto L2 es térmicamente estable. ¿Qué quiere decir esto? Que no se ve afectado por los cambios de temperatura provocados por la sombra de la Tierra.
¿Hasta cuándo está previsto que funcione?
Podríamos pensar que el James Webb es un telescopio joven, ya que solo lleva 3 años en órbita. Sin embargo, puesto que su vida útil se estimó, en un principio, en 5 años, a día de hoy llevaría ya más de la mitad de la misma.
Sin embargo, gracias a la precisión del lanzamiento (y el consecuente ahorro de combustible) esta cifra se duplicó, por lo que ahora las predicciones establecen que, como mínimo, el telescopio podría operar durante 10 años. Además, a esto se le suma que el Webb cuenta con un sistema de redundancia; es decir, cada uno de los elementos del telescopio está repetido varias veces ante la posibilidad de averías.
Podemos hacer predicciones, pero es imposible saber a ciencia cierta cuándo dejara de funcionar. De hecho, podríamos tomar como ejemplo el Hubble, al que inicialmente se le estimaban 15 años de vida útil y, a día de hoy, lleva ya 34 años de trabajo a sus espaldas (y se les esperan unos cuantos más).
El JWST se encuentra al alcance de todos
Si quieres estar al día, la cuenta oficial de X del James Webb Telescope es una herramienta sinigual. Sus hilos divulgativos son muy accesibles para el público general, y siempre vienen acompañados por imágenes muy llamativas. A modo de curiosidad, a menudo se comunica en clave de humor (como la felicitación de Halloween de este año).