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Las fronteras de la inteligencia: Physarum polycephalum

Muestras de intelecto a nuestro alrededor nos generan dudas sobre el concepto de «inteligencia» que nosotros mismos hemos formulado.

Cuando alejamos nuestra visión del antropocentrismo actual, descubrimos infinidad de muestras de ingenio en nuestro entorno. El día de hoy nos centraremos en un ejemplo concreto. Un pequeño hongo que nos sorprende con su capacidad para resolver los problemas que le planteamos.
Una colonia del hongo mucilaginoso Physarum polycephalum – Fotografía de frankenstoen

Cuando pensamos en la «inteligencia», lo primero que consideraríamos sería una mente como Einstein, una compleja ley física o una inmensa obra de ingeniería. Sin embargo, nuestro protagonista es un minúsculo organismo. Tan diminuto de hecho, que se trata de un moho unicelular: Physarum polycephalum.

Este ser, carente de sistema nervioso, posee unas sorprendentes habilidades de movilidad celular: Puede detectar fuentes de nutrientes y extenderse formando una red de microtúbulos. Además, posee capacidad adaptativa, es decir, puede recordar sustancias carentes de valor nutritivo e ignorarlas en futuros encuentros. La «inteligencia» que muestra Physarum polycephalum genera dudas sobre la propia definición que tenemos sobre este concepto.

Próximo destino: Tokio

Cuando estas propiedades se estudian en el campo práctico de la investigación, los resultados y las aplicaciones obtenidas resultan realmente interesantes. Uno de los múltiples ejemplos donde esto quedó demostrado nos remonta a 2010, donde un equipo japonés ejecutó un apasionante proyecto. Consiguieron recrear la red ferroviaria de Tokio prácticamente a la perfección aplicando la capacidad de extensión de nuestro protagonista.

«Demostramos que el hongo Physarum polycephalum forma redes con una eficiencia, una tolerancia a los fallos y unos costes comparables a los de las redes de infraestructuras del mundo real».

Atsushi Tero, Profesor asociado en la Universidad de Kyushu

¿Cómo llevaron a cabo este estudio? Simulando un mapa a escala reducida, situaron a Physarum en el lugar de la capital japonesa, y copos de avena simulando las ciudades cercanas. Tras 26 horas, observaron que este pequeño hongo se había extendido en busca de nutrientes recreando la red ferroviaria de Tokio casi por completo. Incluso había optimizado algunas de las rutas existentes en la realidad.

La «inteligencia» de Physarum polycephalum en este experimento también despertó el interés de otros equipos. Algunos utilizaron a nuestro hongo para recrear las autopistas de Estados Unidos. Otro equipo trato de recrear la red de calzadas romanas en Europa. Además, también se observó su capacidad de resolver laberintos mediante la ruta más óptima.

Expansión de Physarum polycephalum en el experimento de 2010 recreando la red ferroviaria de Tokio. Fuente: Tim Tim (VD fr).

En otros estudios incluso se descubrió que este moho posee capacidad adaptativa, es decir, tiene «memoria». Esta cualidad, sin embargo, suele estar asociada a seres con cerebro y sistema nervioso. Se ha comprobado que puede recordar y aprender a ignorar sustancias que no le aportan ningún valor nutricional.

Pequeños gigantes de la ciencia: Más allá de Physarum polycephalum

Los hongos son los grandes desconocidos del mundo científico. A pesar de su vital importancia, permanecen en un segundo plano, y por ello, hay un desconocimiento general entre la población. Estos seres nos abren puertas a nuevas terapias, soluciones climáticas, etc.

Existen hongos que degradan plásticos, petróleo, metales pesados, etc. Otros son capaces de destruir virus. El 15% de las vacunas provienen de hongos, como es el caso de la penicilina.

Vacuna del antibiótico Penicilina. Fuente: Flickr

Todos estos datos solo nos arrojan luz a la infinidad de posibilidades que nos pueden ofrecer. Además, se estima que más del 90% de los hongos en el mundo permanecen desconocidos. Esto despeja la niebla que rodea un gran camino en la ciencia y nos permite vislumbrar un brillante futuro.

«Ya se considera que algunos hongos podrían actuar contra las enfermedades virales»

Riikka Linnakoski, patóloga forestal del Instituto de Recursos Naturales de Finlandia

Una investigación sin fronteras

Todas estas investigaciones, hallazgos y preguntas, no hacen más que fomentar nuestro hambre de conocimiento. Si bien Physarum no es más que un ejemplo, nuestro entorno está lleno de oportunidades.

Apostar por una investigación de calidad que no tema arriesgarse, es ahora más necesario que nunca. La ciencia es incertidumbre, riesgo, complejidad… Pero gracias a esto, también es avance, certeza, visión e infinidad de objetivos y resultados por los que merece la pena luchar.

El hongo Physarum polycephalum se extiende en una placa buscando fuentes de nutrientes, en este caso copos de avena. Fuente: Atsushi Tero, et al. Science 327, 439 (2010).

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