Las ciudades están cambiando y no tienen nada que ver con lo que hemos visto en la ciencia ficción. Los coches voladores y la ausencia de naturaleza quizá no tengan cabida en las ciudades del futuro. También el uso que las personas hagamos de estos espacios será muy distinto.
Los entornos urbanos son lugares de desarrollo e innovación, pero a la vez son los asentamientos más insostenibles. La ONU advierte que las ciudades consumen más recursos que las zonas rurales y representan el 70% de las emisiones de todo el planeta, aunque concentren a la mitad de la población.
En España 4 de cada 5 personas viven en un entorno urbano. Si queremos adaptarnos al cambio climático y vivir dentro de los límites del planeta, tenemos que cambiar nuestra forma de organizar las ciudades. Estos cambios nos llevarán a vidas mejores para toda la población si tomamos las decisiones en la dirección correcta.
Representación de una ciudad distópica. Autor: MHoltsmeier (CC BY)
Ciudades con más naturaleza
En los mundos distópicos de la ciencia ficción, las únicas ciudades repletas de naturaleza son aquellas que han sido abandonadas o se han sumido en el caos. Este imaginario responde a una visión que arrastramos desde el siglo XVIII, momento en el que empezamos una guerra ideológica contra la naturaleza. En aquella época, las ciudades eran vistas como un signo de progreso porque nos portegían de los peligros del medio ambiente, concebido como un lugar extraño y peligroso.
Hoy empezamos a entender que el mundo natural no es ajeno a nosotros, sino aquello que nos mantiene vivos. Incrementar la presencia de la naturaleza en las ciudades del futuro parece una de las soluciones más urgentes a la crisis climática y de recursos. En España diversas ciudades han llevado a cabo proyectos de renaturalización que permiten:
- Disponer de refugios climáticos. Las zonas verdes disminuyen la temperatura porque producen sombra y aumentan el nivel de humedad.
- Mejorar la calidad del aire. La vegetación absorbe los contaminantes y reduce la contaminación acústica.
- Restaurar la biodiversidad. Las plantas ofrecen un hábitat para especies urbanas o que necesitan un lugar de paso en su tránsito hacia otros ecosistemas.
- Mitigar la sequía y sus consecuencias. La vegetación mejora la infiltración del agua y disminuye su pérdida por evaporación. También ayuda a fijar el suelo.
- Mejorar la salud y el bienestar de las personas. Los habitantes de entornos urbanos más verdes reducen sus posibilidades de desarrollar trastornos mentales, enfermedades respiratorias y obesidad. Además, los espacios verdes son espacios de relajación, ocio y relación social.
Ciudades autosuficientes
Una ciudad en medio de la nada es una imagen muy poco realista que hemos podido ver en algunas ficciones futuristas.
Las ciudades no pueden vivir aisladas porque hay que alimentarlas. Cada día necesitan recibir una gran cantidad de energía y productos que provienen de entornos agrícolas o industriales externos. A su vez, exportan productos a su entorno, muchos de ellos residuos.
El metabolismo urbano es todo este intercambio de materia y energía entre la urbe y el resto del territorio. El transporte asociado a este metabolismo es uno de los mayores productores de emisiones contaminantes.
Las ciudades del futuro regularán su metabolismo para reducir el consumo de energía, las emisiones y los residuos. El horizonte es llegar a ciudades autosuficientes, con un balance cero de emisiones y que casi no produzcan residuos. Algunas propuestas son:
- La agricultura urbana permite producir la comida que se consume en la ciudad mientras contribuye a su renaturalización y a la absorción de emisiones.
- La arquitectura bioclimática reduce el consumo de energía en los edificios.
- Las energías renovables, como techos solares en la propia ciudad, pueden producir la energía necesaria disminuyendo las emisiones.
- La economía circular propone eliminar los residuos mediante su reintroducción en la cadena de producción. Además del reciclaje, promueve moderar el consumo e incrementar el intercambio y la reutilización.
- Las Smart Cities usan la tecnología para tomar datos en tiempos real que permiten optimizar el uso de recursos y mejorar la calidad de vida de las personas. Este modelo está en discusión por su tendencia al consumo de recursos y problemas éticos de privacidad, pero puede aportar algunas soluciones interesantes.
Ciudades para las personas
Las ciudades del futuro no solo se construirán con edificios y mobiliario humano. Las personas que vivimos en ellas también moldeamos estos entornos.
El derecho a la ciudad es un movimiento que inicia Lefebvre en la década de los 60. Actualmente, diversas personas están trabajando en la construcción de ciudades más amables para las personas. Estos modelos urbanos promueven vidas mejores y relaciones sociales positivas.
Algunas urbes se están alejando de aquellas ciudades del futuro representadas en la ficción, en las que sus habitantes dependen en exceso de la tecnología y llevan un estilo de vida individualista. En este sentido, hay propuestas muy interesantes:
- El urbanismo participativo es un modelo de gestión en el que la ciudadanía y la administración deciden conjuntamente cómo mejorar la ciudad. Esto permite adaptar los barrios a las necesidades de las personas que los habitan.
- La ciudad de los 15 minutos es un planteamiento urbanístico en el que los ciudadanos tienen todo lo que necesitan a no más de 15 minutos a pie o en bicicleta.
- El urbanismo inclusivo propone que los edificios, el mobiliario urbano y los espacios sean accesibles a todas las personas con independencia de su edad, género, habilidades, cultura o ingresos. Se trata de convertir la ciudad en un espacio habitable, seguro y cómodo para todos.
Las ciudades del futuro serán cada vez más verdes. Ya están aquí y no se parecen en nada a lo que habíamos imaginado. Todavía queda mucho trabajo por hacer si queremos vivir de forma más sostenible, inclusiva y participativa.
¿En qué tipo de ciudad te gustaría vivir a ti? ¡Deja tu comentario!