Tan solo un punto de apoyo
para mover el mundo;
el vuelo de una mariposa
para descubrirlo
En el mundo sensible, aquel donde operan los sentidos, existen dos fuerzas íntimamente enlazadas en una danza invisible: el orden y el caos.
En este baile armónico, el ser humano ha tendido a mostrar una debilidad preferente por el concepto de orden, habiéndole consagrado una serie de virtudes ligadas a la razón, la matemática o la precisión. Así, existen los números ordinales, la taxonomía (del griego taxis «ordenación», nomos «regla o norma») como ciencia de los principios que permiten la clasificación sistemática de los seres vivos, o los axiomas, esas verdades de orden universal que no admiten duda ni siquiera para los dominios de la filosofía.
Sin embargo, permanece en todos nosotros una herencia primitiva que bebe del caos, una impronta que nos recuerda nuestro pasado desde ese gran estallido de luz donde, hace 13800 millones de años, la palabra se hizo carne y cosmos (kósmos, orden en griego) pasó a representar la conquista del universo de galaxias, estrellas, planetas…y caos que hoy habitamos.
No te pierdas la próxima publicación donde indago más en este apasionante tema.