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¿Cómo ha influido la ingeniería genética en la ciencia ficción?

Antes incluso del descubrimiento de la existencia de los genes, los escritores de ciencia ficción ya sentían curiosidad por la capacidad de modificar el código genético de los seres vivos y por sus implicaciones éticas. De hecho, el propio término “ingeniería genética” fue acuñado por primera vez en 1951 por el escritor Jack Williamson en su novela La isla del dragón. Aunque tenemos que retroceder hasta 1818 para ver la primera aparición del dilema ético que podía suponer la modificación genética, en la obra de Mary Shelley Frankenstein o el moderno Prometeo. Pero no vayamos tan rápido, hagamos un repaso paralelo entre los avances científicos en ingeniería genética y algunos de los más importantes trabajos de ciencia ficción que se inspiraron en esos avances (incluso algunos se adelantaron a ellos). Cuidado: Alerta spoilers.

Época previa al descubrimiento del ADN

El escritor Herbert George Wells, biólogo conocido como padre de la ficción científica, exploró en su trabajo La isla del Dr. Moreau de 1896 el concepto de la experimentación animal y de sus modificaciones. Esta novela, publicada 30 años después del trabajo de Gregor Mendel sobre la herencia genética (1866), involucra al doctor Moreau que es responsable de la creación de híbridos entre humanos y otros animales. Más adelante, en 1928, Frederick Griffith demostró en modelos de ratones el proceso llamado transformación por el cual las bacterias como Streptococcus pneumoniae son capaces de transferir información genética de unas a otras.

La era del ADN

En los años 40 empieza un período fundamental para la genética y la ciencia ficción. En 1944, el experimento de Avery, MacLeod y McCarty descartó el mito de que las proteínas son las portadoras de la información genética sugiriendo que la molécula de la vida era el ADN. Esta idea se vió reforzada con los hallazgos del experimento de Hershey-Chase de 1952. Y ese mismo año, Rosalind Franklin y su estudiante Raymond Gosling capturaron la primera imagen del ADN usando rayos X. Finalmente, en 1953, Franklin junto con James Watson y Francis Crick resolvieron la doble hélice del ADN.

«Foto 51»: imagen de la difracción con Rayos X de una molécula de ADN, realizada en 1951 por Rosalind Franklin y Raymond Gosling. Fuente: Nature

En la década de 1960, Khorana, Nirenberg y Holley descifraron el código genético y la traducción de las cuatro letras del ADN en veinte aminoácidos. Una vez que los científicos establecieron el Dogma Central de la Biología Molecular, es decir, que el ADN codificaba toda la información necesaria para regular y propagar la vida, no había vuelta atrás.

Mientras tanto, en este mismo período de 1940 a 1960, la ciencia ficción estaba en auge como consecuencia del surgimiento de grandes autores literarios como Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, James Blish y John W. Campbell. Este período se conoce por ser la edad de oro de la ciencia ficción usando principalmente dos temas comunes, la exploración del espacio y la robótica. Los viajes en naves espaciales a estrellas lejanas y la aparición de máquinas asesinas que exterminaban a toda la humanidad fueron los temas más populares que despertaron la imaginación de la mayoría de los autores durante este período.

La era de la ingeniería genética pre-CRISPR

Después de la visualización y comprensión del ADN, el siguiente hito para la biología molecular era idear métodos para manipularlo. En 1976, se fundó la primera compañía de ingeniería genética del mundo, Genentech. Esta comercialización de la tecnología condujo al desarrollo de multitud de productos para sectores tan importantes como son la salud o la agroalimentación. Pero también permitió, indirectamente, el desarrollo de otro tipo de productos, en este caso culturales. El director de ciencia ficción Ridley Scott, en su obra Blade Runner de 1982, se preguntó qué pasaría si estas empresas desarrollaran la ingeniería genética lo suficiente como para explotar a los seres humanos. Esta película presenta un futuro distópico en el que existen seres humanos sintéticos llamados replicantes que son genéticamente diseñados por una corporación para servir como esclavos.

Trailer de la película Blade Runner (1982).

En 1989, nace la edición genética con el descubrimiento de las primeras enzimas capaces de editar el ADN de forma precisa, las meganucleasas. Estas proteínas son capaces de reconocer muchas regiones del ADN, lo que las hace muy específicas.

Justo un año después, en 1990, Michael Crichton publicó su novela Parque Jurásico. Una historia en la que se recuperan especies extintas de dinosaurios mediante la extracción de su ADN del ámbar fosilizado y su incorporación en el ADN de ranas usando ingeniería genética de precisión. Se estrenó con gran éxito comercial una película basada en esta novela en 1993, y cuatro secuelas en 1997, 2001, 2015 y 2018, convirtiéndose así en un icono de la cultura popular.

En 1997, se estrenó Gattaca, una película de ciencia ficción en la que el protagonista se rebela contra la división de clases que crea la genética. El propio nombre de la película es una combinación de las cuatro bases del ADN: A, T, G y C.

La era de la ingeniería genética post-CRISPR

El continuo interés por ampliar el conocimiento sobre el genoma humano y los diferentes genes codificados impulsó el progreso en la secuenciación del ADN humano en 2001. A partir de entonces, los intereses cambiaron hacia una mayor comprensión de la función de los genes y el avance en la edición genética más precisa posible.

La estrategia de usar una proteína para reconocer las secuencias de ADN no era la ideal, ya que hacía necesario un diseño de reconocimiento cada vez que se quería editar una secuencia del genoma. Con el descubrimiento de las proteínas de la familia Cas en 2005, se substituyó el uso de proteínas por el uso de ARN para el reconocimiento de la secuencia, dando lugar al sistema conocido como CRISPR-Cas. Las proteínas Cas son las encargadas de la ruptura de la doble cadena de ADN en la secuencia genómica reconocida por el ARN, dando lugar así a una herramienta de edición genética muy precisa.

Debido al auge de CRISPR en la ingeniería genética y a la publicidad abierta de la tecnología en varias plataformas no científicas, CRISPR también ha trascendido al mundo de la ficción. Esto es evidente en el uso de la palabra “CRISPR” en cualquier trama asociada con la ingeniería genética en las novelas, series o películas recientes de ciencia ficción. Rampage, en 2018, protagonizada por Dwayne Johnson «La Roca», llama a CRISPR como a un experimento de ingeniería genética que va terriblemente mal. La trama de la película involucra a La Roca y su gigante gorila albino luchando contra un monstruoso lobo y un aterrador cocodrilo, que fueron «afectados por CRISPR».

Una breve conclusión sobre el papel de la ingeniería genética en la cultura pop

La ciencia ficción es uno de los géneros de ficción literaria más imaginativos y con mayor éxito comercial. Además, siempre ha servido para replantearnos nuestra perspectiva sobre el futuro, tratando, en ocasiones de forma polémica, temas que han acabado siendo de actualidad. Una constante en la ciencia ficción ha sido la imagen del científico loco, en películas como Dr. Jekyll y Mr. Hyde de 1931, El profesor chiflado de 1963 y que tuvo una adaptación en 1996, o El increíble Hulk de 2008. Y en esa misma línea, la ingeniería genética ha tenido una representación en la ciencia ficción en gran medida negativa.

Mirando el lado positivo, esto sirve de advertencia para la comunidad científica, para seguir considerando la bioética de las investigaciones que se realizan. Las herramientas de ingeniería genética son herramientas, y como tales, no tienen un uso predeterminado. Será nuestra decisión si las utilizamos para un mundo mejor o bien para Un mundo feliz.

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