Los animales desarrollaron un sistema de comunicación no verbal a lo largo de la evolución. Han perfeccionado gestos, sonidos y feromonas para contactarse con sus compañeros y con otras especies. Pero ¿Sabías que las abejas utilizan una danza estrictamente coreografiada para comunicarse entre sí?
Las abejas han creado el sistema de comunicación más curioso del reino animal. Se trata de un lenguaje formado por movimientos repetitivos y secuenciados, por lo que se lo conoce como la danza de las abejas. Karl Von Frisch, etólogo austríaco y premio nobel de fisiología, ha dedicado su vida al estudio de las abejas y su comportamiento. Gracias a él, hoy se sabe que las abejas poseen este complejo y sumamente eficaz lenguaje a la hora de llevar noticias a la colmena.
“La vida de la abeja es como un pozo mágico: cuanto más extraes de ella, más se llena de agua”.
Karl Von Frisch, Etólogo
Uno de los experimentos clave de Karl consistía en colocar cebos a una distancia prudente de la colmena. En general, estaban compuestos por agua azucarada, imitando las flores y el néctar. La abeja obrera visitaba el cebo, se alimentaba, era marcada con un tinte y luego se dirigía de regreso a la colmena. Al cabo de unas horas, la misma abeja marcada regresaba al cebo. Pero lo que despertó la curiosidad de Karl, fue que unos minutos más tarde de que la exploradora regresara, aparecían otras abejas de la misma colmena que desconocían la existencia del cebo, es decir, que lo estaban visitando por primera vez. Karl llegó a la conclusión de que, de alguna manera, la exploradora había pasado el mensaje a sus compañeras de colmena.
Dos tipos de danza
Observando con detenimiento la colmena, Karl observó que las abejas exploradoras hacían dos tipos de movimientos sincronizados dependiendo de la distancia donde era colocado el cebo. Cuando éste se colocaba a menos de 100 metros de la colmena, los movimientos que hacía al regresar a la colmena eran el círculo. Además, alternaba frecuentemente el sentido de la marcha, a veces iba hacia la izquierda y otras veces hacia la derecha. A este movimiento lo llamó Danza circular. La abeja repetía la secuencia en distintos puntos de la colmena y soltaba una gotita de miel al finalizar su danza. Finalmente, se dirigía nuevamente al cebo.
Lo más extraño ocurrió cuando Karl colocó el cebo a más de 100 metros de la colmena. En estos casos, la abeja exploradora, regresaba a la colmena y desplegaba una danza mucho más elaborada. Consistía en un semicírulo estrecho, seguido por un cambio brusco de dirección, una marcha en línea recta al punto de origen y finalmente un semicírculo opuesto al anterior que cerraba el círculo completo. Mientras realizaba la marcha en línea recta, la exploradora ejecutaba un movimiento vibratorio de abdomen, que Karl describió como una especie de meneo. A esta danza la denominó Danza del ocho o danza del meneo (Waggle dance en inglés).
¿Como saben donde ir?
Otro de los increíbles hallazgos de Karl fue la correlación entre algunos factores de la danza y la geolocalización de la fuente de alimento. Estos factores modificables eran la intensidad y el número de vueltas que componen la danza. Cuanto mayor es la distancia entre el cebo y la colmena, menor es el número de vueltas que se ejecutan en la misma cantidad de tiempo. Por ejemplo, si la distancia es de 100 metros, las líneas rectas ejecutadas varían entre nueve a diez en 15 segundos. En cambio, cuando la distancia es de 500 metros, el número se reduce a seis vueltas en la misma cantidad de tiempo. Por otro lado, la intensidad es indicadora de lo apetitosa que será esa fuente de alimento. Cuanto más fructífero es el premio, más enérgica es la danza y mayor será número seguidoras que recluta la exploradora.
La influencia del sol en la danza de las abejas
La dirección que deben seguir las compañeras es indicada cuando la exploradora dibuja una línea recta. Aquí el punto de referencia es el sol. Es decir, si la fuente de alimento está desplazada 40º a la derecha del sol, la exploradora lo recordará y en la colmena danzará de modo tal que el paso recto se realice 40º a la derecha del sol. La dificultad podría existir cuando las colmenas son verticales y cerradas, es decir, cuando las abejas no tienen manera de ver el sol. En estos casos, se las han ingeniado y el punto de referencia no será el sol, sino la gravedad. Los desplazamientos se llevarán a cabo respecto de la línea gravitatoria. Siguiendo el ejemplo anterior, la danza recta será 40º a la derecha del centro de gravedad terrestre.
¿Y si nos quedamos sin cebos dejarán de danzar?
Debido al avance y crecimiento continuo de la población mundial, muchas especies de flores están desapareciendo. Lo cual se traduce en que las abejas tendrán menor variedad de fuentes de alimento y, por ende, su danza será cada vez más monótona y desganada. Francis Ratnieks, profesor de la Universidad de Sussex, está dispuesto a continuar con el legado de Karl y reversionar sus investigaciones. Se propone determinar sus hábitats preferidos, las distancias que alcanzan para conseguir comida, sus enfermedades actuales y cómo las afectan los fertilizantes y pesticidas. Sostiene que, si seguimos a este ritmo, las abejas no solo tendrán menor disponibilidad de alimento y modificarán sus patrones de danza, sino que también podrían extinguirse. Con el cese de su danzar, nuestros cultivos dejarán de ser polinizados y luego perecerán. Que las abejas sigan danzando, es signo de salud planetaria y prosperidad para la humanidad.
Una respuesta a «La danza de las abejas»
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